
Las reuniones familiares previas a las fiestas suelen ser vividas como simples encuentros sociales. Sin embargo, desde una perspectiva psicológica, estos espacios también activan historias compartidas, patrones vinculares y posiciones emocionales aprendidas a lo largo del tiempo. Por este motivo, incluso en contextos aparentemente tranquilos, muchas personas experimentan tensión, incomodidad o una movilización emocional difícil de explicar.
Desde la teoría de los sistemas familiares, Murray Bowen sostiene que la familia funciona como un sistema que tiende a mantener su equilibrio reproduciendo roles antiguos. Así, cada integrante puede verse empujado a ocupar lugares que ya no reflejan su identidad actual, generando malestar o sensación de retroceso.
Comprender estos procesos permite resignificar lo que sucede en los encuentros familiares y abordarlos con mayor conciencia emocional, evitando lecturas personalizadas o culpabilizantes de reacciones que, en gran medida, responden a dinámicas sistémicas aprendidas.